La ruta de las hadas
Conocí, en un tiempo no tan remoto, a un gran
guerrero. Tuve la fortuna de conocerlo desde su temprana edad y vaya que era un
grande, no estoy tan seguro si él sabía lo grande que era pues como todo gran
maestro, parece haber tenido su momento de incertidumbre y duda. Pero todos
aquellos que pudimos observar sus prodigios, siempre estuvimos seguros del
poder inigualable que poseía.
Desde sus escasos tres
o cuatro ya cautivaba a cualquiera que lo contemplaba por tan sólo unos
segundos, hubo quienes solicitaban de su compañía por un tiempo más prolongado
pues se negaban rotundamente a prescindir de su figura.
Rápidamente tomó
control de sus fabulosas habilidades mentales, así como de su coraje para ver concluida
cualquier tarea que él mismo o alguna otra persona le encomendara. Su fama se
extendió rápidamente por todo su condado hasta llegar a casi todo el país, no
había alma que quisiera perderse el privilegio de realizar alguna empresa al
amparo del afamado guerrero.
Lo buscaron para todo
tipo de misiones. Una de las primeras la llevó a cabo cuando tenía como nueve
años, se le encomendó que llevara a su hermano menor a salvo a la casa de unas
ancianas mágicas que los llenarían de dones y provisiones para que pudieran
preservar su vida.
Fergard no tenía mucha
idea de la ruta que habían de tomar para llegar al castillo de las hadas, así
que como primer tarea, puso a su hermano en trance para sacar la información
precisa y con ella trazar la mejor ruta para alcanzar su destino. De tal forma
dio comienzo una travesía que había de durar no más de una semana, pues de
prolongarse, las hadas saldrían de su castillo para buscarlos y no estarían presentes
para recibirlos a su llegada.
Una vez en el camino
llegaron a un punto en el que el mago tuvo una corazonada, según la cual tenían
que salir de la ruta original para evitar una banda de vendedores estafadores por
quienes corrían el peligro de sucumbir ante sus engaños y quedar sin provisiones
a cambio de un ato de artículos inútiles. Su hermano advirtió a Fergard que si
tomaban ese atajo el viaje se prolongaría al menos un par de días, lo cual los
dejaría con el tiempo demasiado justo para llegar puntuales a su cita. Al
parecer el incrédulo no tenía idea de la compañía tan poderosa que llevaba.
Haciendo caso omiso de
las observaciones de su compañero tomó el camino alterno pues bien sabía que su
poder no era todavía el indicado para enfrentar a los ventajosos mercaderes. La
vuelta se complicó un poco más de lo previsto pues no podían volver a la ruta a
causa de unas ninfas de baja estatura que cantaban somníferas melodías, poca
cosa para el poder del guerrero, bastó con poner de nuevo en trance al pequeño para
que éste pudiera indicar de inmediato la reincorporación al camino.
Faltaba poco para que
este par llegara con bien y puntuales a su destino, pues tenían ya el tiempo
encima. A punto estaban de lograrlo cuando apareció aquella criatura que
Fergard había vaticinado. Se trataba de una extraña criatura con cuerpo de
humano y cabeza de dragón que se tambaleaba al andar, solía acercarse a muy
corta distancia de sus víctimas para rociarlas con su aliento letal,
adueñándose luego de su tranquilidad así como de algunas de sus pertenencias.
Preparado completamente,
adelantándose a la llegada de aquel fenómeno, pasó junto a él con una cabeza de
dragón que previamente simuló con ayuda de una extraña pócima que aprendió a
preparar en alguno de los viajes que realizó junto a su padre. Confundiéndolo
con uno de los suyos el dragón pasó de largo haciendo un extraño gesto con la
cabeza y la mano al mismo tiempo, gesto que Fergard tuvo cuidado de replicar
con exactitud para no ser descubierto.
Fue así como los
hermanos pudieron llegar a salvo y a tiempo a su cita con las tres bondadosas
hadas quienes los acogieron, alimentaron y llenaron de bendiciones para que
pudieran regresar fortalecidos y renovados tanto al camino de regreso como a la
senda de sus vidas.
Durante su estancia en
el castillo recibieron noticias de gente que vivió o supo de primera mano las
atrocidades que pasaron los viajeros que no tuvieron el cuidado de confiar en
los poderes de Fergard y perdieron todo cuanto tenían en el camino de los
vendedores; durmieron durante semanas a los pies de las ninfas de baja estatura
o quedaron sin rastro de tranquilidad, bañados por el hediondo aliento de los
hombres dragón.
“misión cumplida”
escuchó una vez más el mago a su retorno al tiempo que escuchaba las
condiciones de una nueva misión, pues como sabemos, su gran poder era
solicitado y repartido entre grandes multitudes.