Llegó el niñito hecho un mar de llanto. Al parecer había
perdido, o estaba a punto de perder la inocencia.
—papá por favor dime la verdad. —la verdad es muy relativa,
hay verdades como hombres en el mundo. Por eso tú tienes que hacer la verdad,
no creerla. Las cosas existen sólo si crees en ellas. De lo contrario, se
esfuman y muy probablemente no las vuelves a ver. Yo tenía tu edad cuando me
dijeron semejante barbaridad y por un momento lo creí y también lloré, lloré y
lloré, pues todo mundo me reafirmaba aquella infame calumnia que otro inocente
me había compartido.