lunes, 14 de febrero de 2011

Hablar por hablar


Según la Real Academia Española de la lengua española, la palabra “Desear” significa:

Aspirar con vehemencia al conocimiento, posesión o disfrute de algo.

Aunque me he percatado que las acepciones que generalmente usamos son otras. En lugar de aspirar con vehemencia al conocimiento, la posesión o disfrute de algo, renegamos por todo aquello que no tenemos y a ese acto negativo y nefasto lo llamamos desear. Aspiramos, sin convicción alguna, a cosas que alguien nos sugiere, haciendo caso omiso a los genuinos deseos que llenan nuestra existencia. Estamos absortos “deseando” irrealidades, que desviamos la atención de aquello que si poseemos, de todo aquello que puede ser la mejor herramienta para formarnos tal como queremos, de llegar a hacer lo que realmente deseamos, pero creemos inalcanzable debido a todos esos “deseos” negados, los cuales, por su reiterativa frustración, nos crean la ilusión de que todo aquello a lo que aspiramos con vehemencia es irrealizable. 

Cuando te llegan las cuentas y la lana no te alcanza “desearías” NO estar en esa situación, pero sólo refunfuñas y reclamas por la mala suerte o fortuna, no aspiras con vehemencia a organizar tus finanzas para poder salir de tal situación.

Cuando te encuentras una lámpara maravillosa y el genio te pregunta qué deseas, respondes con la entera seguridad de que lo deseado aparecerá mágicamente frente a ti, por tal motivo te tomas un tiempo para pensar en lo mejor que podría aparecer frente a ti en ese instante, y posteriormente formulas tu deseo.

Desear como si se tuviera en frente al genio de la lámpara maravillosa podría ser el mayor y mejor acercamiento a la definición y ejerció de desear.

Al parecer ocurre lo mismo con la palabra “Creer”, cuya definición en el mismo órgano regulador de la palabra, antes mencionado, dice:

Tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado.

En general nosotros no creemos, tenemos una idea, una preconcepción, una referencia una sugerencia o cualquier otra cosa lejana a la fe. Creer en algo como lo dice ésta definición, es un acto de fe. Tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado como los reyes magos, los esquimales o el ratón de los dientes.

Decir: yo “creo” que llegaste como a la una, no es un acto de fe, es una frase que denota incertidumbre, lo contrario a una firme y profunda convicción motivada por el simple hecho de aceptar, de recibir algo dado.

Decir: NO creo en lo que me estás diciendo, es un acto de fe, pero fe negativa, la cual en lugar de afirmar algo lo desecha. Generalmente usamos algo tan poderoso como creer para descalificar. De tal forma no creemos, dudamos. Y aunque en ocasiones la duda funciona como motor de diversos proyectos, su uso coloquial sirve para justificar la inmovilidad. No creo, entonces, no lo hago.

Tener o dar por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado, podría llevarnos desde comer algo sin suspicacias hasta invertir una fortuna en un negocio que parezca imposible, pasando por soltarnos en la bicicleta, por saber el nombre del padre de la patria, por revelar la edad, señalar el norte, alzar la mano derecha, por entregar la virginidad y por cualquier otra cosa que simplemente estemos dispuestos a creer.

 Tirarse de un edificio con la certeza de que tu ser más amado está debajo para recibirte, podría ser el mayor y mejor acercamiento a la definición y ejercicio de creer.

El poder de las palabras es inimaginable, no lo subestimemos, no lo desperdiciemos, no lo distorsionemos, hagámoslo nuestro y usémoslo a nuestro favor. Porque no es lo mismo un metro de encaje negro, que la cómoda de tu hermana...

2 comentarios:

  1. Simplemente extraordinario amigo. hay veces que las palbras las usamos sin saber la verdadera acepción de cada una de ellas.

    Las palabras son poderosas tanto que a partir de ellas han caido imperios, dictaduras y tiranías.

    Por palabras como estas creo en ti y deseo de todo corazón que coseches mucho más éxitos de los que llevas hasta ahora

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  2. Le diste al clavo en como la gente usa las palabras solo por usarlas. Se ha dicho que el hombre sabio habla por que tiene algo que decir mientras que el necio dice algo por que tiene que hablar.

    Tony Robbins define esta manera de "hablar por hablar" como "hojarasca", tachando esta hojarasca como uno de los obstáculos mas grandes a vencer en el camino a la excelencia.

    La excelencia no es otra cosa que ser capaces de vivir la vida que merecemos.

    Sigue inspirando con tus palabras Angeleishon!

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