Estando solo en la soledad que un auto vacio puede otorgar,
me dispuse a continuar con el extraordinario día que me había propuesto la
noche anterior. Habiendo dejado en el colegio a mis hijos y armado de la dosis
necesaria de amabilidad y alegría, eché a andar mi auto en busca de lo
extraordinario, dejé pasar dos o tres autos y avancé
Al parecer
los otros cinco o seis que venían de tras, tomaron como un compromiso de mi
parte la cesión del paso, así que arrancaron al miso tiempo, en un palmo de
terreno lo suficientemente angosto como para trabarnos los unos a los otros y
de la nada, hacer un EMBOTELLAMIENTO.
Tremendo atorón
de autos justo frente al colegio de mis hijos, con puros conocidos inmiscuidos,
pero yo, todavía en mi modo de de ciudadano buenaonda, me hice lo más a la
orilla, que el espacio me permitía, para no estorbar al otro auto que fungía de
tapón. Avancé y avancé hasta quedar inmóvil impedido por los coches de
enfrente, los cuales tampoco podían moverse.
Redepente:
gritos y manotazos, también de la nada, sobre un inadaptado quien, sin
consideración alguna, posó su culo en el asiento de su auto, carente de
reacción y consideración alguna sobre aquel terrible nudo que estaba
ocasionando. Un colérico “SÍ, TÚ, MUÉVETE QUE ESTORBAS” acompañado de un largo
índice acusador, justo en medio de sus cejas, hizo que el incomprensivo automovilista reaccionara y se
diera cuenta que toda aquella vorágine estaba dirigida en su contra.
BURRO,
PENDEJO, ESTUPIDO Y TARADO fueron los insultos que tuve que tragarme par adarme
cuenta de lo desconsiderado y ruin de mis actos… así es, era yo. Nunca entendí,
y seguro jamás entenderé el gran error cometido aquel martes pero sí que
entendí, por fin, que si más de dos afirman, lo que sea, acerca de ti, es
cierto, aunque no lo sea. Y una cosa más, cuando DECIDES tener un día
deputamadre, simplemente lo tienes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario