miércoles, 9 de septiembre de 2015

El embotellamiento

Estando solo en la soledad que un auto vacio puede otorgar, me dispuse a continuar con el extraordinario día que me había propuesto la noche anterior. Habiendo dejado en el colegio a mis hijos y armado de la dosis necesaria de amabilidad y alegría, eché a andar mi auto en busca de lo extraordinario, dejé pasar dos o tres autos y avancé
            Al parecer los otros cinco o seis que venían de tras, tomaron como un compromiso de mi parte la cesión del paso, así que arrancaron al miso tiempo, en un palmo de terreno lo suficientemente angosto como para trabarnos los unos a los otros y de la nada, hacer un EMBOTELLAMIENTO.
            Tremendo atorón de autos justo frente al colegio de mis hijos, con puros conocidos inmiscuidos, pero yo, todavía en mi modo de de ciudadano buenaonda, me hice lo más a la orilla, que el espacio me permitía, para no estorbar al otro auto que fungía de tapón. Avancé y avancé hasta quedar inmóvil impedido por los coches de enfrente, los cuales tampoco podían moverse.
            Redepente: gritos y manotazos, también de la nada, sobre un inadaptado quien, sin consideración alguna, posó su culo en el asiento de su auto, carente de reacción y consideración alguna sobre aquel terrible nudo que estaba ocasionando. Un colérico “SÍ, TÚ, MUÉVETE QUE ESTORBAS” acompañado de un largo índice acusador, justo en medio de sus cejas, hizo que el  incomprensivo automovilista reaccionara y se diera cuenta que toda aquella vorágine estaba dirigida en su contra.

            BURRO, PENDEJO, ESTUPIDO Y TARADO fueron los insultos que tuve que tragarme par adarme cuenta de lo desconsiderado y ruin de mis actos… así es, era yo. Nunca entendí, y seguro jamás entenderé el gran error cometido aquel martes pero sí que entendí, por fin, que si más de dos afirman, lo que sea, acerca de ti, es cierto, aunque no lo sea. Y una cosa más, cuando DECIDES tener un día deputamadre, simplemente lo tienes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario